En el año 306 a.C., Epicuro fundó una escuela filosófica en Atenas. Como sus seguidores se
reunían en el jardín de su casa fueron conocidos como los “filósofos del jardín”. Epicuro adoptó la
física atomista de Demócrito pero aportó algunas novedades importantes. En lugar de un
movimiento aleatorio de los átomos en todas las direcciones, afirmó (para simplificar la explicación)
que un movimiento uniforme acontecía en dirección descendente. También admitió la posibilidad
de un factor de casualidad que intervenía en el mundo físico al manifestar que los átomos, a veces,
se desvían en un sentido impredecible.
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