El filósofo y obispo anglicano George Berkeley convirtió el idealismo en una poderosa escuela de
pensamiento al unirlo con el escepticismo y el empirismo, y por ello ha sido muy influyente en la
filosofía británica. Al radicalizar las dudas ya expuestas por Locke sobre el conocimiento del mundo
fuera de la mente, Berkeley declaró que no existe ninguna evidencia de la realidad material de ese
mundo, porque lo único que uno puede observar son las sensaciones propias y éstas se
encuentran en la mente. Afirmaba que existir significa ser percibido (“esse est percipi”) y que para
existir, cuando uno no las observa, las cosas han de ser percibidas por Dios. Sus principales
escritos, Tratado sobre los principios del conocimiento humano (1710) y Tres diálogos entre Hilas y
Filonus (1713), fueron desestimados por sus contemporáneos. Sin embargo, al afirmar que los
fenómenos sensoriales son los únicos objetos del conocimiento, Berkeley estableció la visión
epistemológica del fenomenalismo (teoría de la percepción que indica que la materia puede ser
analizada en términos de sensaciones) y orientó el camino que adoptaría el movimiento positivista
en el pensamiento moderno.
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