El filósofo holandés Baruch Spinoza elaboró un sistema filosófico monista claro y riguroso que
aportaba nuevas soluciones al problema mente-cuerpo, al conflicto entre ciencia y religión, y a la
eliminación mecanicista de los valores éticos del mundo natural. Como Descartes, afirmó que toda
la estructura de la naturaleza puede deducirse de unas cuantas definiciones básicas y axiomáticas,
conforme al modelo de la geometría de Euclides. Advirtió que la teoría cartesiana de las dos
sustancias creaba un problema insoluble sobre cómo interactúan la mente y el cuerpo; llegó a la
conclusión que el único sujeto último de conocimiento ha de ser la sustancia en sí. Al intentar
demostrar que Dios, la sustancia y la naturaleza son idénticos, llegó a la conclusión panteísta de
que todas las cosas son aspectos (o modos) de Dios.
Su respuesta al problema mente-cuerpo (conocida como la teoría del paralelismo psicológico)
explicaba la aparente interacción de mente y cuerpo al considerarlos como dos atributos de la
misma sustancia, paralelas entre sí, que parecen afectar la una a la otra pero que en realidad no lo
hacen. La ética de Spinoza (patente en una de sus principales obras, Ética), al igual que la de
Hobbes, se basaba en una psicología materialista según la cual los individuos sólo están
motivados por el interés propio; pero al contrario que Hobbes, Spinoza llegó a la conclusión que el
interés propio racional coincide con el interés de los demás y que la vida más satisfactoria es la
que se dedica al estudio científico y que culmina en el amor intelectual y racional hacia Dios (amor
Dei intelectuallis).
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