El filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz concibió un sutil y original sistema de
filosofía. Combinó los descubrimientos matemáticos y físicos de su tiempo con las concepciones
orgánicas y religiosas de la naturaleza heredadas del pensamiento clásico y medieval. Leibniz
consideraba el mundo como un número infinito de unidades de fuerza infinitamente pequeñas,
llamadas mónadas, cada una de las cuales es un mundo cerrado pero que refleja a su vez a todas
las demás en su propio sistema de percepciones. Todas las mónadas son entidades espirituales,
pero aquellas con las percepciones más confusas forman los objetos inanimados y aquellas con las
percepciones más claras (incluido el autoconocimiento y la razón) constituyen las almas y las
mentes de la humanidad. Dios es concebido como la Mónada de las mónadas, la que crea todas
las demás y predestina su desarrollo de acuerdo con una armonía preestablecida que acaba en la
apariencia de interacción entre las mismas. La idea de Leibniz de que todas las cosas son
orgánicas y espirituales marca el inicio de la tradición filosófica del idealismo.
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