Aristóteles, que empezó a estudiar en la Academia de Platón con 17 años, en el 367 a.C., es
considerado el más ilustre discípulo de Platón y se sitúa junto con su maestro entre los más
profundos e influyentes pensadores de la historia de Occidente. Después de asistir durante varios
años a la Academia, se convirtió en el preceptor de Alejandro Magno. Más tarde regresó a Atenas
para fundar el Liceo, una escuela que, al igual que la Academia de Platón, fue durante siglos uno
de los grandes núcleos de enseñanza en Grecia. En sus conferencias, Aristóteles definió los
conceptos y principios básicos de muchas de las ciencias teóricas, como la lógica, la biología, la
física y la psicología. Al establecer los rudimentos de la lógica como ciencia, desarrolló la teoría de
la inferencia deductiva, representada por el silogismo (proposición deductiva que utiliza dos
premisas y una conclusión), y un conjunto de reglas para fundamentar lo que habría de ser el
método científico.
En su Metafísica, Aristóteles discutió la separación que hizo Platón de idea y materia, y afirmó que
las ideas o esencias están contenidas dentro de los objetos mismos que las ejemplifican. Para
Aristóteles, cada cosa real es una mezcla de potencia y acto; en otras palabras, cada cosa es una
combinación de aquello que puede ser (pero que todavía no es) y de aquello que ya es (también
distinguido como materia y forma), porque todas las cosas cambian y se convierten en otra cosa
diferente de lo que son, excepto los intelectos activos humanos y divinos, que son formas puras.
Para Aristóteles, la naturaleza es un sistema orgánico de cosas cuyas manifestaciones comunes
hacen posible ordenarlas en clases de especies y géneros; cada especie tiene una forma,
propósito y modo de desarrollo en cuyos términos se puede expresar. El fin de la ciencia teórica es
definir las actitudes, propósitos y modos esenciales de desarrollo de todas las especies y
disponerlos en su orden natural de acuerdo con sus complejidades según su forma, siendo los
principales niveles el inanimado, el vegetativo, el animal y el racional.
El alma, para Aristóteles, es
la forma o realidad del cuerpo, y los humanos, cuyo espíritu racional constituye una forma más
elevada que la de las demás especies terrenales, la más elevada dentro de las perecederas. Los cuerpos celestes, compuestos de una sustancia imperecedera o éter, y movidos en un perfecto
movimiento circular por Dios, son todavía más altos en el orden de la naturaleza. Esta clasificación
jerárquica de la naturaleza fue adoptada por muchos teólogos cristianos, judíos y musulmanes en
la edad media como una visión de la naturaleza.
La filosofía política y ética (ésta última desarrollada en Ética a Nicómaco) de Aristóteles surgió
también de un examen crítico de los enunciados platónicos.
Las normas de conducta personal y
social, según Aristóteles, pertenecen al estudio científico de las tendencias naturales de los
individuos y las sociedades en vez de contemplarse en la esfera celeste de las ideas puras. Menos
insistente que Platón en una conformidad rigurosa respecto a los principios absolutos, Aristóteles
consideró las reglas éticas como guías prácticas para alcanzar una vida feliz y plena. El énfasis
que puso en la felicidad, como el cumplimiento de las capacidades naturales, expresó la actitud
hacia la vida que mantuvieron los griegos cultos de su tiempo.
En teoría política adoptó una
posición más realista que Platón. Se mostró conforme con el modelo de una monarquía gobernada
por un rey sabio que llegaría a representar la estructura política ideal, pero reconocía asimismo que
las sociedades difieren en sus necesidades y tradiciones, y creía que una democracia limitada
conforma y ordena el mejor compromiso concebible. En su teoría del conocimiento, Aristóteles
rechazó la doctrina platónica por la que el saber es innato e insistió en que sólo puede adquirirse
mediante la generalización desde la experiencia. Interpretó el arte como una vía al servicio del
placer y de la ilustración intelectual en lugar de ser un instrumento de educación moral.
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