Los siglos XV y XVI marcaron un periodo de cambios radicales en el ámbito social, político e
intelectual. La exploración del mundo, la Reforma protestante (con su énfasis en la fe individual), el
auge de la sociedad urbana comercial y la aparición de nuevas ideas en todas las áreas de la
cultura estimularon el desarrollo de una nueva idea filosófica del Universo. La visión medieval del
cosmos como un orden jerárquico de seres creados y gobernados por Dios fue sustituida por la
visión mecanicista del mundo como una gran máquina cuyas partes se mueven de acuerdo con
estrictas leyes físicas, sin propósito ni voluntad. El objetivo de la vida humana ya no se concebía
como preparación para la salvación en el otro mundo, sino más bien como la satisfacción de los
deseos naturales del individuo.
Las instituciones políticas y los principios éticos dejaron de ser
considerados como reflejo del mandato divino para ser vistos, en cambio, como resortes prácticos
creados por los seres humanos. En esta nueva visión filosófica, la experiencia y la razón fueron los
únicos patrones efectivos para dilucidar la verdad. La figura del filósofo jesuita español Francisco
Suárez tuvo una gran influencia en la transformación de la escolástica clásica y en una moderna
concepción de la ley y de la autoridad real que, según Suárez, deriva su poder del consentimiento
del pueblo y podía ser rechazada cuando no era ejercida con justicia.
El primer gran representante de la nueva filosofía fue el pensador inglés Francis Bacon, barón de
Verulam, quien denunció la confianza en la autoridad y en el discurso verbal, y consideró la lógica
aristotélica inútil para acuñar nuevas leyes físicas.
En su obra Novum organum (1620), Bacon
expuso un nuevo método científico basado en la generalización inductiva realizada desde la
observación y la experimentación. Fue el primero en formular leyes para la inferencia inductiva.
El trabajo del físico y astrónomo italiano Galileo fue de mayor importancia en el desarrollo de una
nueva visión del mundo. Galileo Galilei resaltó la importancia de aplicar las matemáticas a la
formulación de leyes científicas. Para ello creó la ciencia de la mecánica, que aplicaba los
principios de la geometría a los movimientos de los cuerpos. El éxito de la mecánica en la
formulación de leyes fiables y útiles de la naturaleza llevó a pensar a Galileo y a otros científicos
posteriores que toda la naturaleza está creada de acuerdo con leyes mecánicas.
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