Blas Pascal: Fue el primero en anticipar las principales inquietudes del existencialismo moderno.
Rechazó el racionalismo vigoroso de Renato Descartes, afirmando en su obra que una filosofía
sistemática que se considere capaz de explicar a Dios y la humanidad presenta una forma de
orgullo. También contempló como muchos la vida humana en término de paradoja. Dice que el
hombre es una realidad finita perdida en el universo y suspendido entre los infinitos (lo
infinitamente grande, lo infinitamente pequeño), entre el todo y la nada. Su ser es incomprensible
por estar compuesto de dos naturalezas opuestas (alma y cuerpo, materia y espíritu), cuya
condición racional se nos escapa; el hombre es "caña pensante" (debilidad y grandeza); está
encarnado y embarcado en el mundo sin haberlo querido o buscarlo; es un devenir, un presente
insaciable porque vive en el pasado mediante sus recuerdos y en el futuro mediante sus proyectos,
hasta que la muerte acabe con su vida, que es una total comedia. Plantea al ser según el orden de
los mismos seres. El hombre es él mismo "todas las cosas". Por ello el hombre es una
contradicción en sí, y en la reflexión se convierte él mismo en el "monstruo inconcebible". Dice
además, que la razón humana debe dejar lugar a la decisión del corazón, como una "apuesta" en
la que el hombre no tiene nada que perder y puede ganarlo todo".
Gabriel Marcel: El punto de partida de su pensamiento es su arraigada convicción de la
trascendencia divina y su firme fe en Dios. Su reflexión y pensamiento no son sistemáticos, pues
de plano rechaza toda construcción organizada de sistemas, al igual que declara su repugnancia a
pensar en categorías conceptuales y razonamientos deductivos. Su método consiste en una
reflexión sobre la unidad concreta del vivir y el pensar en el existente, admitiendo como grandes
realidades concretas al yo y al tú. Nuestra existencia es impensable sin la existencia de Dios, pues
nuestra existencia es participación de la de Dios, es por ello, que no hay que establecer la
existencia sino reconocerla. Pretende recuperar el racionalismo idealista fundamentando la
realidad particular y singular, porque hay que captar la vida palpitante y trágica del individuo: "Creo
que la exigencia de Dios no es otra cosa que la exigencia de trascendencia descubriendo su
auténtico rostro... ninguna filosofía podrá dar un golpe de Estado instaurando como Dios algo que
la conciencia creyente rehúsa conocer como tal". Gabriel Marcel afirma que el ser es un misterio,
en cuanto podemos descubrir siempre facetas nuevas y nuevas formas de manifestación en él.
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