Vitalismo. El vitalismo concibe la vida como el desarrollo de la conciencia y de la libertad mediante
múltiples procesos vitales que permiten la realización del ser humano en su concreta realidad, o
mejor, como viviente, capacitado para conocer, no mediante la sola razón sino, por la experiencia
adquirida a través de su proceso de vida y que se realiza no mediante esquemas racionales sino
de sus propias vivencias. En el vitalismo se dan múltiples respuestas a la pregunta ¿Qué es la
vida? Pues cada cual habla desde su punto de vista. El precursor más importante de esta corriente,
a pesar de que no tiene una elaboración sistemática, es Federico Nietzsche por la importancia que
le da a la vida y a la creatividad del hombre. Además de éste encontramos otros representantes de
menos trascendencia pero también significativos: Henri Bergson, Miguel de Unamuno y Ortega y
Gasset.
Principal Representante: Federico Nietzsche. Se caracteriza por distanciarse de las corrientes
filosóficas de su época. Se concibe como un ser importante para la historia y en concreto para su
época. Su pensamiento es calificado de nihilismo, comienza por captar los síntomas de la
decadencia de su época acompañado por cierto disgusto por la propia existencia que le ha tocado
vivir. Advierte el surgimiento de una nueva voluntad de existir. Su actitud filosófica tomada ante la
existencia comienza por considerar que Dios ha muerto y con esto supone una interpretación
histórica de la situación del hombre en la sociedad moderna: "convencido el hombre de la muerte
de Dios no le queda nada. Debe partir de la nada y construir su propio mundo, su propia
interpretación de la realidad. La autodesvalorización de todo cuanto hay al paso previo para
empezar de nuevo y sin ningún condicionante". El nihilismo se sitúa en un nivel profundo que
posibilita la transmutación de los valores tradicionales así el mundo que es caos sólo puede
adquirir sentido si es el hombre quien, mediante su voluntad de poder, le otorga el sentido.
Nietzsche nos presenta el Súper Hombre como negación del hombre racional. Al Súper Hombre no
se le puede identificar con el hombre concreto, pues todavía no ha existido ni exista, sino que
aparece como el ideal al que tiene que llegar el hombre, adquiriendo en abundancia la vida y la
voluntad de poder. Las características del Súper Hombre son:
• Es libre: ya que se desahoga en espíritu de toda clase de remordimientos, descartando la
vieja moral y retornando a la inocencia del paganismo.
• Es creador: pues tiene poder para crear sus propios valores conforme a su naturaleza. En
consecuencia es él mismo quien dice lo que es bien o mal sin tener que referirse a ningún
valor preexistente.
• Es legislador: como no tiene más ley que su propia voluntad, se convierte en legislador
del rebaño y en su tiranía impone, por la fuerza, sus valores y su voluntad; moldea a los
hombres como barro y los sacrifica sin escrúpulos para su propia exaltación, "el hombre
superior se distingue del inferior por la intrepidez con que provoca la desgracia".
No hay comentarios:
Publicar un comentario