domingo, 17 de noviembre de 2013

Genética y comportamiento

2.4 Genética y comportamiento 

Los estudios sobre genética han logrado identificar un fuerte componente genético en el comportamiento humano, es decir que gran parte de nuestras conductas, de la forma en que reaccionamos a determinados estímulos e incluso de las decisiones que tomamos, están determinadas o al menos influidas por la herencia genética que recibimos de nuestros padres. 
En el momento de la concepción, cada padre aporta sus células sexuales para la conformación del embrión. Todas las células están compuestas por mitocondrias, citoplasma, núcleo, etc. En el núcleo de las células se encuentran los cromosomas, la mayoría de las células están conformadas por 46 cromosomas. En caso de dividirse una célula, ésta se duplicará a sí misma para volver a alcanzar los mismos 46 cromosomas que tenía inicialmente. Sin embargo, a diferencia de otras células, el espermatozoide y el óvulo solo cuentan con 23 cromosomas cada uno, pero al unirse en la fecundación, los 23 cromosomas de la madre se unen con los 23 cromosomas del padre formando así una célula de 46 cromosomas. 
Los cromosomas son pequeñas estructuras con forma de filamentos. Cada cromosoma está compuesto por una sustancia conocida como ADN (ácido desoxirribonucleico). Esta sustancia vista en microscopio forma una doble hélice que a su vez está formada por partes más simples llamadas genes. Estos segmentos de ADN cargan la información que se transmite de padres a hijos sobre una cantidad aún no determinada de rasgos personales, como ser: el color de los ojos, la forma de los labios, la estatura, etc. 
Como el 50% del material genético proviene del padre y el otro 50% proviene de la madre, se puede comprender que personas emparentadas muestren características comunes. Usualmente cuanto más cercano es el parentesco hay más parecido, sin embargo no todos los hermanos son iguales o se comportan de la misma forma, aun teniendo en común la misma fuente de origen de sus genes. Esto se debe a que las células sexuales sólo cargan 23 cromosomas, pudiendo variar la combinación de los 23 cromosomas (de los 46 que usualmente hay) de un hijo a otro hijo. Otro aspecto que puede causar variaciones es que, ante una combinación de 23 cromosomas del padre y otros 23 cromosomas de la madre, cada uno aporta con algunos genes recesivos y otros genes dominantes. Los genes recesivos se mantendrán pasivos y no se manifestarán en la apariencia o en las conductas del sujeto, sin embargo, los genes dominantes serán más notables y marcarán las cualidades de la persona. 
Tanto las características físicas como de comportamiento son el resultado del material genético aportado por cada progenitor y la manifestación de los genes dominantes de cada uno de ellos. Según investigaciones realizadas con gemelos separados al poco tiempo de haber nacido, ha sido posible diferenciar en su comportamiento la influencia genética del aprendizaje, ya que al no haber convivido juntos durante la niñez y la juventud, sus aprendizajes y experiencias de vida no son las mismas. 
Lo sorprendente de estas investigaciones es que lo que se creía que eran aprendizajes sociales o desarrollados por el contexto, resultaron ser características determinadas genéticamente. Aspectos como la preferencia por ciertos programas de TV, las creencias religiosas, la respuesta a la angustia y otras, eran conductas o características compartidas por estos gemelos, aun habiendo vivido separados toda la vida y sin conocerse.

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