El sistema nervioso periférico se trata de una red ramificada de nervios lo suficientemente
extensa como para que ni un milímetro de nuestro cuerpo este exento de ella. Esta red compuesta
por los ases de los axones de muchas neuronas, conectan el sistema nervioso central con el cuerpo
y sus diferentes partes.
Según el tipo de fibras y el lugar desde donde nacen, se distinguen dos tipos de nervios: los nervios
craneanos y los nervios espinales. Vale la pena aclarar que ésta no es una subdivisión del sistema
periférico, sino de los tipos de fibra que la componen.
A las fibras que nacen del encéfalo y se ramifican en la región encefálica se conocen como nervios
craneanos.
Estos nervios conectan los órganos sensoriales con el cerebro y conducen información
del cerebro a los músculos de la cabeza y el cuello. Se reconocen 12 pares de nervios craneales, de
los cuales, 9 tienen funciones sensoriales, es decir están involucrados con la vista, el tacto, etc.; 9
son motores, están involucrados con movimientos musculares; y 2 son parasimpáticos, es decir
que están relacionados con movimientos de músculos involuntarios como los del corazón.
El otro grupo de nervios, ya mencionados anteriormente, son los nervios espinales.
Éstos nacen de
la médula espinal y se ramifican a través de los agujeros intervertebrales, lo que les permite una
mayor extensión a lo largo del cuerpo.
Según la dirección en la que los nervios transportan la información, pueden ser de dos tipos,
aferentes o eferentes. a) Las fibras aferentes, son las encargadas de llevar la información desde
afuera hacia la médula y el encéfalo; estas fibras, por ejemplo, reciben información sobre el clima
y le envían esa información al cerebro. b) Las fibras eferentes transmiten la información del
Sistema Nervioso Central hasta la periferia, como por ejemplo a los músculos del cuerpo, el
movimiento que realizamos de los brazos y las piernas en una caminata.
En cuanto a estructura, el sistema nervioso periférico está compuesto por dos sistemas. Por una
parte se encuentra el sistema nervioso somático, que se encarga de conectar el sistema nervioso
central con los músculos voluntarios.
Desde este sistema, es posible enviar a los músculos del
cuerpo, las órdenes necesarias para realizar una acción voluntaria como llamar por teléfono o
caminar hacia otra habitación. Por otra parte, se encuentra el sistema nervioso autónomo, que se
encarga de conectar al sistema nervioso central con los órganos internos, las glándulas y los
músculos sobre los cuales tenemos poco control de forma voluntaria, como ser los intestinos.
El sistema autónomo está compuesto a su vez por el sistema simpático y el sistema
parasimpático.
El sistema nervioso simpático se encarga de preparar al cuerpo para utilizar la
energía, por ejemplo, al momento de correr, hace que el corazón aumente sus latidos para que
éste también pueda bombear más sangre y el cuerpo pueda acelerar su movimiento.
El sistema
nervioso parasimpático, sin embargo, se encarga del proceso opuesto, ya que la tarea de este
sistema es estimular procesos que permitan la conservación de la energía. Según el ejemplo
expuesto anteriormente, este sistema buscaría la disminución de los latidos para que el cuerpo se
detenga, redireccionando para ello el flujo de la sangre hacia otras partes del cuerpo, de modo
que el organismo se detenga.
Aunque la descripción del funcionamiento de los dos sistemas pareciera antagónica, ambos
sistemas actúan de forma coordinada, ya que cada uno provee al organismo del control necesario
de los movimientos musculares y flujos, para que el organismo, en conjunto, logre realizar una
tarea en las mejores condiciones que sea posible y sin generar daños por sobrecarga o
sobreestimulación.
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