miércoles, 27 de noviembre de 2013

Emociones y afectividad - IV

4.4 La pasión 

Se considera que la pasión es una combinación entre emoción y sentimientos, ya que implica la intensidad de una emoción con la duración de un sentimiento. Las pasiones pueden o no ser experimentadas por una persona. En realidad no todas las personas tienen porqué experimentar una pasión en sus vidas. No obstante, según la naturaleza de la pasión, ésta puede ser altamente positiva para la persona y su entorno o totalmente negativa. 
Para explicar mejor este punto, conviene aclarar que las pasiones, por la intensidad que presentan y su durabilidad, pueden generar en la persona conductas que lo aparten de la cotidianidad o que impliquen la pérdida de otras experiencias igualmente placenteras. Por poner un caso en el que se pueda calificar la pasión como algo positivo, un deportista que tiene como pasión el atletismo, difícilmente se podría juzgar esta pasión como algo negativo y es que el deporte en sí no es el problema, el problema surge cuando se rompen los límites de lo racional o lo conveniente. Siguiendo con el ejemplo, este jugador entrena todo el tiempo que puede, abandonando muchas veces la posibilidad de estar con su familia o de encontrar un trabajo donde pueda ganar mejor; pone en riesgo el bienestar de su cuerpo ya que le exige más de lo que puede. 
En otra situación que puede considerarse claramente como una pasión negativa. Un jugador de cartas, tiene una pasión por el juego que le genera mucha felicidad, en cierto punto de su vida, este jugador difícilmente podrá identificar que por dedicar todo su tiempo al juego ha perdido mucho más que dinero. 

4.5 El afecto 

El afecto se entiende como el placer que genera la interacción y/o acción directa sobre otro ser. Dicho de otra forma, se refiere a la entrega y recepción de afecto entre dos personas. A diferencia de los sentimientos, los afectos tienen un carácter social e implican el cuidado o protección del otro, mientras que los sentimientos pueden experimentarse de forma privada y no siempre se enfocan hacia una persona o ser vivo. 
El ser humano tiene una amplia capacidad afectiva, sin embargo, no es una capacidad ilimitada. El intercambio de afecto con otro ser puede verse afectado a lo largo del tiempo, ya sea porque el tiempo transcurre, o por la intensidad con la que se brinda ese afecto. 
Independiente de con quien se comparta el afecto o del momento evolutivo en el que se encuentre la persona, cuando alguien no experimenta el placer de brindar afecto o el placer de recibirlo, se considera que es síntoma de un problema o de una patología más grave, ya que es a partir de las emociones, los sentimientos y los afectos que el hombre logra activar y también controlar mecanismos de interacción social y de autoprotección, lo que le da a toda la esfera afectiva una fuerte función adaptativa.

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