El espíritu analítico le llevó al escepticismo, como dice él: "La
estéril roca en el que se ve reducido a casi la desesperación de reconocer la imposibilidad de
enmendar o corregir [...] la desventurada condición, debilidad y desorden de las facultades." Para
Hume "un verdadero escéptico desconfiará de sus dudas filosóficas" lo mismo que de sus
convicciones filosóficas. La duda escéptica surge naturalmente de una reflexión profunda e intensa
sobre la cuestión de los hábitos de pensamiento. "Quien profese un escepticismo estricto, habrá de
enfrentarse, no sólo al embarazo de tener que violar sus principios teóricos para atender a las
exigencias prácticas, sino también a la compulsión natural a romper con el intolerable talante de la
melancolía y delirio filosófico que toma posesión del escéptico tras un ataque de concepciones
metafísicas".
Hume, en más de una ocasión llegó a la existencia del genuino escéptico, y al respecto nos dice:
"Que el único resultado del escepticismo es un asombro momentáneo, irresolución y confesión." Si
somos filósofos debemos permanecer sólo sobre principios escépticos. "Toda realidad no es más
que un puro fenómeno o hecho de conciencia, no hay sustancia ni material ni espiritual, la
sustancia no es más que un concepto complejo basado en la relación de la identidad y de
permanencia en el tiempo"; esto lo llevó a profesar un fenomenismo escéptico.
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