miércoles, 9 de abril de 2014

CLASES DE IDEALISMO - Part 2

Idealismo Objetivo. 

Schelling descubre tras el ser, el espíritu, como auténtico ser y fuente del devenir. Pero siendo este espíritu independiente de nuestro "Yo". Es de esta forma que llegamos al idealismo objetivo, para explicar aquello, Schelling partió del yo infinito de Fichte y de la sustancia de Spinoza para armonizarlos con su yo Absoluto, dando origen al principio de infinitud objetiva. La proposición de la cual parte toda ciencia es: "Yo soy yo". No hay sujeto sin objeto ni objeto sin sujeto y su enlace es la representación, pues el yo absoluto debe ser pensado. El papel principal de la filosofía es resolver el problema de la existencia del mundo, y este sólo se resuelve teniendo en cuenta la identidad entre sujeto y objeto cuya distinción debe trascender el absoluto. 

Idealismo Trascendental. 

En el apriorismo de la forma vio Kant el carácter revolucionario de su filosofía. Hasta ahora se admitió que todo nuestro conocimiento tenía que regirse por los objetos; Kant invierte los términos estableciendo que los objetos se han de regir por nuestro conocimiento. Esto es lo que en Kant se conoce como su giro copernicano. Además de fundar la matemática como ciencia, la Estética trascendental tiene otra consecuencia importantísima para Kant: «hemos probado suficientemente que todo lo que es intuido en el espacio o en el tiempo, esto es, todos los objetos de una experiencia posible para nosotros, no es otra cosa que fenómenos, es decir, simples representaciones que no tienen fuera de nuestro pensamiento existencia fundada en si. Lo que quiere decir Kant es lo siguiente: sólo podemos conocer las cosas en la medida en que están sometidas a las formas de nuestra sensibilidad, y puesto que el espacio y el tiempo no son propiedades reales de las cosas sino algo puesto por el sujeto, es evidente que no podemos conocer jamás las cosas tal como son en sí mismas, sino sólo las cosas tal como nos aparecen. A lo que aparece al sujeto, Kant la llama "fenómeno", y a la cosa en sí, "noúmeno". Usando esta terminología, podemos resumir lo que venimos diciendo: no podemos conocer el noúmeno, sino sólo los fenómenos. Las cosas en sí, precisamente porque son en sí y no en nosotros, son incognoscibles. A esta doctrina, según la cual conocemos todos los fenómenos como simples representaciones y no como cosas en sí mismas, Kant le da el nombre de "idealismo trascendental".

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