sábado, 19 de abril de 2014

EL ESCEPTICISMO MODERNO - Representantes

Miguel de Montaigne su Pensamiento.- Montaigne dibuja un perfil externo y trata la ordenación formal de su doctrina en el capítulo II del libro de ensayos, "Apología de Raimoud de Sabonde”. En este capítulo se notan rasgos del pensamiento de la Edad Media. Para el autor de los ensayos, el gran problema del hombre se sitúa en el plano de la existencia, es por eso que: "La fuerza y la originalidad del escepticismo de Montaigne se manifiestan en el hecho de que sabe forjar los resultados positivos y los títulos de legitimidad de la nueva investigación, dialécticamente, en otras tantas armas contra el valor y el criterio de la validez general del saber humano." Montaigne ve la idea de la infinitud de los mundos para aislar al individuo y conferir un valor simplemente relativo a la vigencia de sus leyes del conocimiento. Establecer la armonía entre el pensar y el ser, conocer el espíritu humano como imagen y símbolo de la realidad absoluta, éste es el problema central que aborda la filosofía moderna. El pensar y el ser no pueden llegar a una verdadera consonancia, mientras pertenezcan a diferentes dimensiones lógicas, mientras el ser absoluto preceda el pensamiento como un concepto general y superior y lo englobe como un caso especial. 
"El mérito lógico indirecto del escepticismo es haber desarrollado esta concepción hasta darle completa claridad." Para Montaigne, el saber no nos comunica la forma y naturaleza de las cosas, sino solamente la peculiaridad del órgano sobre el que las cosas actúan. 
En Montaigne el escepticismo desde un primer momento, al igual que el de la antigüedad, contiene un criterio ético positivo, su meta final es la ataraxia. Se entiende que: "El escepticismo precave al individuo contra el imperio de las pautas morales impuestas desde fuera y, enfrentándose a todas las convenciones morales arbitrarias, le asegura la libertad discursiva de su juicio." El escepticismo montaigniano se eleva a la auténtica significación del no saber socrático. "La duda no se hunde en el vacío, sino que encuentra siempre su punto fijo de apoyo y de anclaje en el suelo de la consideración de los valores." Mientras el individuo sepa captarse en sí mismo y en toda su pureza, y sobre poniéndose a todas las limitaciones impuestas por la sociedad, descubre en sí la forma fundamental del espíritu de la humanidad en general, pues es en el hombre mismo donde se halla la esencia y la verdad. El problema de la muerte ocupa el centro de las consideraciones éticas de los Ensayos de Montaigne: "Filosofar es aprender a morir", nos dice. "La muerte es condición esencial de tu creación, parte de ti mismo: huyes de ti mismo cuando la huyes." La vida para Montaigne, de por sí, no es ni un bien ni un mal, es la morada del bien o del mal, según lo que tú hagas de ella. La duda de Montaigne, expresa al mismo tiempo el presentimiento de los nuevos problemas del conocer, él no llega a abordar de un modo positivo ningunos de los problemas que ahora surgen, pero "con él se liberan por vez primera y emprenden su vuelo las fuerzas fundamentales del espíritu que ayudarán a modelar el porvenir."

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