La filosofía existencial, que surgió como heredera de la revuelta romántica
del siglo XIX contra la razón y la ciencia en favor de la implicación apasionada en la vida, fue muy
importante en el pensamiento a través del trabajo de Martin Heidegger (autor de El ser y el tiempo,
1927) y en menor escala de Karl Jaspers. Heidegger combinó el planteamiento fenomenológico de
Husserl con el énfasis que Kierkegaard ponía en la intensa experiencia emocional y la concepción
de Hegel de la negación como una fuerza real. La filosofía de Heidegger sustituye la nada por Dios
como la fuente de los valores humanos; Jaspers encontró a Dios (al que llamó Transcendencia) en
la intensa experiencia emocional de los seres humanos. El español Miguel de Unamuno desarrolló
un original pensamiento que destacaba el valor de la existencia individual, el sentimiento trágico de
la inmortalidad humana y el valor de la literatura como fuente de expresión filosófica. José Ortega y
Gasset, principal representante de la filosofía en España, defendió la intuición frente a la lógica y
criticó la cultura de masas (La rebelión de las masas, 1930) y la sociedad mecanizada de los
tiempos modernos. El erudito y autor sionista de origen austriaco Martin Buber, compaginando el
misticismo judío con las tendencias del pensamiento existencial, interpretó la experiencia humana
como un diálogo entre el individuo y Dios.
Varias síntesis de la teología tradicional con la idea existencial de que el conocimiento es más
emocional que científico han sido realizadas en Suiza por Karl Barth y en Estados Unidos por
Reinhold Niebuhr y Paul Tillich. En Francia, Jean-Paul Sartre fue uno de los que más contribuyó a
la popularización del existencialismo. Sus escritos filosóficos (especialmente El ser y la nada, 1943 y Crítica de la razón dialéctica, 1960), novelas y obras de teatro fusionaron las ideas de Descartes,
Marx, Kierkegaard, Husserl y Heidegger en una concepción de los seres humanos que se
proyectan a sí mismos fuera de la nada mediante la afirmación de sus propios valores y, por tanto,
asumiendo la responsabilidad ética de sus actos.
Durante la década de 1960 los escritos de Martin Luther King señalaron que la filosofía había
estado demasiado alejada de los importantes acontecimientos sociales y políticos que estaban
produciéndose en todo el mundo. Siguiendo los principios del líder nacionalista indio Mohandas
Karamchand Gandhi, King abogó por una actitud de resistencia cívica y no violenta ante la
injusticia
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