La obra literaria
Como otros géneros artísticos, no es fácil definir la literatura. Cada catedrático, filósofo,
escritor, lector y hasta generación tiene su propia definición de ella. De hecho, son los escritores
los que siempre quieren desafiar los límites de la literatura.
En términos generales, la literatura puede ser un conjunto de obras literarias de una nación,
época o género, como por ejemplo la literatura francesa o la literatura medieval, pero también
puede referirse a una obra en particular.
Entonces, ¿qué es una obra literaria? Uno de los rasgos que diferencia una obra literaria de
otros textos escritos, como un artículo periodístico o un manual de usuario, es que las palabras no
sólo sirven para comunicar sino también para crear un efecto estético. Es decir que la literatura es
una obra de arte, mientras que el manual del lavaplatos no lo es porque su único objetivo es la
comunicación.
Otra definición de la literatura que se acopla al concepto de literatura como arte, viene de
Roman Jakobson. Para el filósofo del formalismo ruso y otros discípulos de esta corriente de crítica
literaria, la literatura es "una violencia organizada contra el habla cotidiana". Es decir que el
lenguaje se hace extraño de diferentes maneras y el mundo cotidiano no aparece familiar. El poeta chileno Vicente Huidobro llevó esta idea al extremo en su libro Altazor, como podemos ver en
estos versos de Canto VII: "Lalilá / Rimbibolam lam lam / Uiaya zollonario / lalilá".
No obstante, varios escritores han incorporado lenguaje prosaico e imágenes cotidianas en sus
obras para explorar y difuminar más aún esa barrera borrosa entre lo literario y lo pedestre. Por
ejemplo, el poeta Manuel Vázquez Montalbán emplea el lenguaje de un anuncio para detergente
en "Poema publicitario", y Luis García Montero, por su parte, intercaló las instrucciones de una
azafata en su poema "Life vest under your seat". Pese a la inclusión de lenguaje y elementos que
no se asocian tradicionalmente con la literatura, su uso tiene un fin artístico dado que sirve para
crear un efecto estético.
Más allá de las intenciones del autor, últimamente se cree que lo que determina si un texto es
literatura es la recepción del público. Sólo porque un autor se propone escribir un texto literario
no asegura que vaya a lograr dicha meta. A la inversa, hay obras que no se escribieron con una
intención artística, sino quizá para entretener o enseñar, pero que hoy figuran en el canon porque
el público les ha atribuido valor literario.
Lo que se considera literatura también varía según la generación. Hay muchas obras que no
fueron consideradas literarias por sus primeros lectores. Por ejemplo, El Quijote tuvo éxito
inmediato como novela entretenida y satírica pero no se descubrió su valor literario hasta mucho
después. Las primeras ediciones críticas de la obra no salieron hasta durante la Ilustración y no fue
hasta el Romanticismo que los críticos le dieron una lectura más profunda y reivindicaron su valor
simbólico. Otras obras caen al olvido y, si tienen suerte, en algún siglo futuro son rescatadas, pues
los gustos del público son cambiantes y por lo tanto también lo son los parámetros de la literatura.
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