martes, 26 de noviembre de 2013

Emociones y afectividad - III

4.3 Los sentimientos 

Los sentimientos son también otra forma de afecto, pero con algunas variaciones sobre las emociones. Los sentimientos son estados afectivos más o menos estables que se enfocan a una persona, idea u objeto. Estos estados afectivos, a diferencia de las emociones que tienen corta duración, pueden durar mucho tiempo, incluso de por vida. No son activados por un objeto, están enfocados o dirigidos hacia un objeto y son el resultado de un proceso en el que intervienen ideales, experiencias y razonamientos. 
Los sentimientos pueden ser de amor, como los sentimientos que tenemos hacia los padres (basados en el amor filial), los sentimientos de amor hacia los hermanos (basados en el amor fraternal), los sentimientos hacia la pareja (basados en un amor romántico); pueden haber también sentimientos de resentimiento y/o venganza (basados en un enojo), sentimientos de celos (basados en la idea de que no se está siendo valorado como corresponde o se está siendo desplazado), sentimientos de orgullo (basados en la idea de haber realizado bien una tarea o de superioridad), sentimientos de esperanza (basados en la idea o ilusión de que algo se resolverá o que será mejor en el futuro). 
Resulta complicado hacer una clasificación de los sentimientos, ya que se trata esencialmente de las formas que encuentra la persona de organizar sus experiencias a nivel afectivo y en cierto modo, de planificar también su curso de acción, ya que existe una correspondencia entre los sentimientos, las acciones y las ideas o creencias que sustentan a ambas. Todas las personas tienen la necesidad de realizar conductas que sean congruentes con sus ideas y con sus estados afectivos. 
Una característica interesante de los sentimientos es que en determinadas situaciones, sirven de soporte para conductas que de forma natural cualquiera evitaría. El sentimiento patriótico, por ejemplo, ha impulsado a muchos hombres y mujeres a enfrentar situaciones de gran tensión como la guerra. Otro ejemplo son los sentimientos fraternales, basados en este sentimiento, muchas personas son capaces de pensar en el otro como si se tratara de sí mismo. 
Lamentablemente el caso opuesto también se da. Muchas personas han cometido los peores crímenes respaldados en la fuerza de sus sentimientos y bajo el argumento de ese sentimiento. Un claro ejemplo de ello son los crímenes que se cometen en ciertos países cuando una mujer es apenas sospechosa de ser infiel, los sentimientos de orgullo y de vergüenza que experimentan los padres o el marido pueden ser superiores al afecto que le tienen a la mujer y es así que queda justificado emocional y legalmente un asesinato.

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