4.3 Los sentimientos
Los sentimientos son también otra forma de afecto, pero con algunas variaciones sobre las
emociones. Los sentimientos son estados afectivos más o menos estables que se enfocan a una
persona, idea u objeto. Estos estados afectivos, a diferencia de las emociones que tienen corta
duración, pueden durar mucho tiempo, incluso de por vida. No son activados por un objeto, están
enfocados o dirigidos hacia un objeto y son el resultado de un proceso en el que intervienen
ideales, experiencias y razonamientos.
Los sentimientos pueden ser de amor, como los sentimientos que tenemos hacia los padres
(basados en el amor filial), los sentimientos de amor hacia los hermanos (basados en el amor
fraternal), los sentimientos hacia la pareja (basados en un amor romántico); pueden haber
también sentimientos de resentimiento y/o venganza (basados en un enojo), sentimientos de
celos (basados en la idea de que no se está siendo valorado como corresponde o se está siendo
desplazado), sentimientos de orgullo (basados en la idea de haber realizado bien una tarea o de
superioridad), sentimientos de esperanza (basados en la idea o ilusión de que algo se resolverá o
que será mejor en el futuro).
Resulta complicado hacer una clasificación de los sentimientos, ya que se trata esencialmente de
las formas que encuentra la persona de organizar sus experiencias a nivel afectivo y en cierto
modo, de planificar también su curso de acción, ya que existe una correspondencia entre los
sentimientos, las acciones y las ideas o creencias que sustentan a ambas. Todas las personas
tienen la necesidad de realizar conductas que sean congruentes con sus ideas y con sus estados
afectivos.
Una característica interesante de los sentimientos es que en determinadas situaciones, sirven de
soporte para conductas que de forma natural cualquiera evitaría. El sentimiento patriótico, por
ejemplo, ha impulsado a muchos hombres y mujeres a enfrentar situaciones de gran tensión como
la guerra. Otro ejemplo son los sentimientos fraternales, basados en este sentimiento, muchas
personas son capaces de pensar en el otro como si se tratara de sí mismo.
Lamentablemente el caso opuesto también se da. Muchas personas han cometido los peores
crímenes respaldados en la fuerza de sus sentimientos y bajo el argumento de ese sentimiento. Un
claro ejemplo de ello son los crímenes que se cometen en ciertos países cuando una mujer es
apenas sospechosa de ser infiel, los sentimientos de orgullo y de vergüenza que experimentan los
padres o el marido pueden ser superiores al afecto que le tienen a la mujer y es así que queda
justificado emocional y legalmente un asesinato.
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